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domingo, 7 de agosto de 2016

La emoción de tu cercanía...



Acostumbras a surgir rondando las cercas de mis sentimientos siempre que no te espero; y lo haces con tu aire que impone silencio, sin excesos que distraigan tu verdad, sin ornatos que celen tu azulada y serena mirada, sin avíos que me alejen del Prado que llevas por nombre.
Llegados a este pasaje de la vida, los dos sabemos del retumbo de nuestros trancos, de tal manera que a uno y otro nos es menester prestarles oídos de relance de vez en cuando para comprobar que no estamos tan distantes… Y es que en esta ocasión has venido Tú a asomarte por el vestíbulo de mis desalientos, de mis desesperanzas... y al descubrirte en el reflejo de un humilde retrato, he caído en la cuenta de que cada día más anhelo el tenerte cerca de mí…suspirar por sentir el roce de tu mano y abandonarme en tus dos luceros, que son dos trocitos de cielo, y es que es en ellos el único lugar donde atino a encontrarme siempre que me extravío y el camino pierdo.
Me emociona encaminarme a tu encuentro, y que el golpeo de tu pulso fluya por los rincones más hondos del alma… notarte en tu paso enseñoreada a mi espalda y consentir que la anochecida brinque en pos del anhelo de contemplar cómo la luna deshilacha cuantas esperanzas los dos custodiamos en un cofre pincelado de abandono.
Pero sobre todo necesito sentirte cerca de mí…Madre de mis desvelos.