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martes, 1 de diciembre de 2015

Siempre a la vieja usanza...



Es ahora… cuando al levantar la última hoja de la interminable espera de todo un año esta se torna en desvelo. Es ahora… cuando el relente de los días se tamiza por los ventanales de las templadas estancias que disuelven en su aire el olor a musgo, a plástico de Belén rescatado de la infancia y espumillón que conserva las imágenes de los recuerdos mejor guardados. Es ahora… cuando los rincones de la vida diaria se revisten de añoranzas, historias de un baúl de la niñez rescatadas y cien veces relatadas, cartas llenas de ilusiones esperando su día para ataviar un anhelo de realidad en la corta edad de los sueños. Es ahora…  cuando todas las férreas convicciones abordan el día a día en caótico tropel,  y sumergen el quehacer diario en un momentáneo y profundo acto de fe sin medida…
Salgamos hasta las Templos, allí en donde Dios retira las agonías de Su Pasión por unos días en los bruñidos y rancios retablos, y baja, nace frente a nosotros, en nuestras casas, en nuestras parroquias, en nuestras calles para que lo contemplemos, lo percibamos, lo sintamos como ese aire fresco de la mañana, lo admiremos y busquemos su mirada, frente a frente, mirándolo a la cara e hilvanemos una añoranza más con la envoltura de la tradición, del rito, de la usanza, de la vieja pero siempre presente y vieja usanza…

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