Se había ido quedando solo, aun
encontrándose envuelto por la más numerosa y cuantiosa de las compañías, paladeando
la monacal penumbra, con los ojos impenetrables, secretos, sin que lo que había
a en torno a él le desviase de su única encomienda. Segundo tras segundo toda
su alma se ha ido abandonando a la austeridad del momento, a la disciplina que
se respira, a la penitencia presentida, y su vida terrenal se ha ido sofocando a
la vez que se prendía la llama de la cera que iluminará Su camino al Calvario.
Apenas si mira la luz que usurpa la paz, el sosiego del atrio que precede a la
sin par humilde y sagrada clausura, cuando esta abre sus puertas y Dios ya ha
levantado recorriendo el pasillo antes de cera iluminado, con paso firme, lento
y racheado.
Pedir perdón a los lectores por la calidad de la foto, pero al subirla a blogger pierde toda la calidad. |
Para algunos de nosotros esta es
la Pasión, la vivencia, la auténtica penitencia, la que vivimos cada Martes
Santo y que nos conforta, nos alienta a seguir, a ser un poco cirineos de su
Pena aunque no podamos quitarle su cruz. No es fácil para el orgullo humano aceptar
que, ante Él, somos tan poca cosa… Auténticos cristianos, sin gloriarse de
ello, rezando bajo el antifaz con la esperanza de quien confía y espera revivir
en la Pascua Florida, sin atisbo de incredulidad y sin otro misterio de teologías,
no lo necesitamos.
1 comentario:
Muy bien escrito, cualquier cristiano, cualquier cofrade se puede sentir perfectamente identificado con este texto tan lleno de sentimiento. Enhorabuena.
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