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domingo, 15 de junio de 2014

Manantiales de fe...

La melodía afligida de las hermanas emociona los fanales de luz que vierten por su cara los Dolores que son sus lágrimas y que riegan cada primavera la sedienta espera de sus sucesoras al pie de la Cruz. Y en toda la plaza no se respira otra cosa que no sea amor, cariño, verdad, pureza… intimidad, el sosiego de comprobar que otro Viernes de Dolores viene a su encuentro la excelsa Madre de los Dolores, la única que entiende el callado silencio de una clausura solemne, de la soledad de sus soledades al amparo de su forma de vida… la Cruz. A mis dolores voy, de mis dolores vengo... Ahí viene derramando por su cara el dolor de sus entrañas, a que le cuenten sus monjitas cómo se sufre la cruz del dolor después de la muerte de quien alienta la vida de las hermanas benditas de la Cruz.

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