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viernes, 26 de diciembre de 2014

El anhelo de tu llegada

Evocas, a escasas horas de tu venida…evocas un sueño de Amor por los Remedios dormido, entre hojas de naranjos y azahar recién florecido… Sugieres Piedad, Piedad que muere al compás de un silente y sobrio rachear, rancias filas de negro tafetán regio sabor a cofradía, olor a viga centenaria de catedral de recuerdos embebida… Recuerdas la Pena, Pena que arrastra mi Dios cada Martes por el Carmen, rachear costalero del que surge el requiebro de una cruz al sentir el susurro de la piedra del sacro convento y su puerta que te quiere abrazar...nubes de incienso, sonidos de antaño, olor a cera, capirotes de pena perfeccionan la dramática escena… Y, es que, podría contaros que la Semana Santa de nuestra ciudad es ese frío que recorre el cuerpo cuando la luna pinta desalientos sobre las callejas que conducen hacia la clausura carmelita la Pena de un Dios que nos mira y nos pellizca el alma que en vilo nos tiene...respira poco a poco, ¡parece que no puede! Podría confesaros que la Semana Santa de nuestra ciudad es ese pellizco que acaricia el alma cuando te giras y ves que un misterio, inundado de lirios, morados de Pena y de dolor, viene racheando, navegando sobre pies que marcan las huellas de tu camino. Pero tu llegada Señor es mucho más que todo eso…y es que hay un encuentro con Dios en tu nacimiento y como no, en Semana Santa. Un encuentro único, exclusivo, personal como el Amor de Dios a cada uno. Y este encuentro sí que no tiene víspera ni final, puede vivirse permanentemente, desde que descubrimos cada cual que el  Señor nos llama, nos está esperando y aguarda nuestra respuesta. Todo se une en el Señor y su bendita Madre, la razón de ser de la Semana Santa: el sacrificio por amor de Dios mismo, que Ciudad Real y sus cofrades glosan en la gracia y en el Amor a su Semana Mayor.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Y es que...Navidad eres Tú

Con el tenue silencio que ocasiona la álgida anochecida, junto a un pesebre lúgubre por tierras de Judea, más concretamente en la ciudad de Belén, la dulce fatiga de una estrella alumbraba  en la noche, quebrando con su inquietud la penumbra y el fresco de los días de diciembre.
Aquel humilde y apartado rincón, muy retirado de cualquier posible hálito y cuajado de senderos descuidados que con la madurez de la noche se fueron rebosando de andadas, de sonidos, de rumores, de multitud de personas llegadas de cada uno de los horizontes del planeta en busca del floreciente pesebre, ese en el que un amable animal de carga y un recio y manso rumiante proporcionarían eternamente resguardo al esperado Mesías.
De fondo, se dejaba oír el murmullo de extraños lenguajes. Se cambiaban morrales por mimos y halagos. Se descubrían fulgores en las fatigadas y jubilosas miradas,… mas, todos, sin excepción, portaban idéntica instrucción hilvanada bajo el brazo: esperanza, anhelo, ilusión.
Ilusión por contemplar lo más cerca posible “al mejor de los nacios”; deseo, afán, por postrarse ante el que separaría las postigos del reino celestial de par en par ofreciendo su sangre como diezmo; fe, esa fe pura que antes de que el género humano se corrompiera existió en  labios que rozaron esas benditas plantas de azahar y nácar.
Entre tanto los que hasta allí llegaron y los estribillos de los villancicos iban al encuentro de un modesto refugio para resistir la fría noche, Jesús enredaba con las telas de sus sabanitas y jugaba a esconderse y repentinamente a descubrirse de nuevo entre ellas; hallábase alegre, aún no habían casi despertado sus alegres ojos a su presentida existencia y no se notaba todavía con la energía que fuera menester para darse cuenta de la muchedumbre que años después  gritaría para que fuese clavado en una cruz, hasta que de pronto … Su alborozo, su radiante mirada, sus jugueteos se interrumpieron y descubrieron aquel perfil que aguardaba su momento pisando ya el quicio de su improvisado cobijo. Quién sabe si advirtió su perdida mirada, apenada, decaída; tal vez le chocó lo hundido de sus ojos, evidenciando vacilaciones y desengaños; a lo mejor se extrañó al comprobar que aquel visitante llegaba a su cuna sin nada en las manos, nada que entregarle, nada con que halagarle…
Ninguno lo averiguó, pero el chiquillo  al que llamaron Jesús persiguió sus pisadas con esa inocente y pura sonrisa dibujada en su semblante hasta que aquel desconocido se plantó frente al Niño Dios, y el Hijo de Dios –sorprendiendo a todos-, lo recibió con los brazos abiertos para que éste lo alcanzara y sobre su pecho recostar sus sienes sagradas.
El improvisado albergue que resguardaba del frio su carita divina, repentinamente, quedó silente. Las pisadas permanecieron sin palabras. El pasmo se filtró por las desvencijadas ventanas ansiando ver lo que  dentro pasaba hasta que María, todavía agotada y algo abatida, se aproximó hasta aquel imberbe escribiente para que desterrara su altanería y mereciera arrullar en su torso al que tantas vicisitudes venía a clamar. Fue el elegido, el agraciado, el escogido.
Esa milagrosa noche la bondad del Niño llamado Jesús comprendió aquellas palpitaciones agrias que llegaban hasta Él rumiando clamores desde el mismo instante en que determinó guardar calma y sosiego para no reventar y cuartearse en mil girones como ropa expuesta a las tempestades, a los malos vientos.
Esa noche el corazón de Jesús supo aplacar esos latidos amargos que perciben con más y más  ira cómo la vida juega a encubrir soledades con las esperanzas que junto a su respiración se pintan al retirarse hasta el día siguiente el sol. Esa noche el corazón de Jesús supo adormecer el furor, la rabia, el arrojo que salvaguarda un sencillo nazareno de cera que contempla con turbación – desde el balcón de sus límites -, como y tras pasar más de dos milenios el Hombre continúa velando el mensaje descendido de las alturas entre inciensos y celos, rivalidades y envidias.
Escasas fueron las palabras, escasos los reproches, nada de malos propósitos,…pero al descansar de nuevo en su humilde pesebre, el semblante del Niño llamado Jesús ya no fue igual. Desamparado y desarmado, el corazón de un mero amanuense pudo descubrir sus llantos delante del que tanto anhelaba y logró, sin saberlo, sin procurarlo, sin pretenderlo, que el corazón de Jesús -desde aquella naciente Navidad-, conociera sin lograr remediarlo que su destino estaba más que dictado.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Hoja informativa hermandad de las Penas

Como anexo a la que se envió en noviembre la hermandad de las Penas remite a los hermanos la hoja que podéis consultar pinchando sobre la imagen del Niño Jesús que aparece en la columna de la derecha. Con ella se mantiene puntual y detalladamente informados a los hermanos sobre todos aquellos actos y celebraciones de relevancia.

viernes, 19 de diciembre de 2014

Esperanza del Pilar

¡Qué fanales de luz tan sublimes tiene por ojos la Esperanza cuando recibe a sus hijos en su casa! Tal que una joven coqueta, se puso del lado de su más bello perfil, para que así podamos descubrir la comisura de una velada y sutil sonrisa entrecortada. Y nos recibe con su mejor ajuar, el más primoroso que pudo encontrar. La corona de pedrería que ilumina su altar, el manto más primorosamente bordado quiso lucir, la medalla de su ciudad y un fino rosario de cuentas de esperanza y plegarias repletas que sujeta en su mano pura como el azahar. ¡Qué guapa la Esperanza cuando recibe a sus hijos en su casa! Tuvo que ser en su barrio y al amparo de su hermandad que un día, solemnidad  de su nombre sin par y en su templo sagrado del Pilar, que se compuso la mejor Madre rebosante de Esperanza en la historia de esta ciudad.    

jueves, 18 de diciembre de 2014

Campaña de Navidad e inauguración del Belén

La Hermandad de Las Penas realizara este próximo sábado día 20 su anual recogida de alimentos y donativos para entregarlos a las familias mas necesitadas. Acerquémonos todos a partir de las 11:00h a la Plazuela del Carmen y tratemos de paliar en la medida de nuestras posibilidades la carestía que puedan sufrir algunos de nuestros hermanos en estas fechas tan especiales.
Y sera también ese mismo día 20 de diciembre a las 13:00h la inauguración del Belén que este año la cofradía ha vuelto a montar en el interior del convento del Carmen. Les invitamos a todos a que estén presentes en un día tan especial donde se unirá fe, hermandad y caridad.

domingo, 14 de diciembre de 2014

El gozo de su llegada


La alegría de quien viene a confortarnos en nuestras penas se refugia en estos días tras los muros conventuales del Carmelo. Al amparo de una madre confiada, resguardado por un padre en el amor a su hijo cautivado y recibido con enorme gozo por una cofradía que con pena profunda en el alma le aguarda con una cruz de pecados que le entrega cada Martes Santo cuando vuelve a la clausura que le espera con dulzura para curar sus heridas.

martes, 9 de diciembre de 2014

Y me postre ante tus celestiales plantas...

…para no pestañear, y contemplarte, tal y como me habían contado, lo bien acicalada que por estos días acostumbras a estar en tu aposento de plata, cariño y oro, resguardada de estos fríos que tanto hacen toser a nuestro Niño… enredada con tus trajines, no descuidando el fogón para que no se te requeme la comida que con tanto cariño nos aguarda, aguardando con la paciencia de una madre a sentir con esmero la última de las plegarias para subir a tender tus sayas, las enaguas, tus delantales, sus inmaculados y delicados baberos… y  para dialogar con las vecinas mientras el albor del ocaso esboza espadañas en la bóveda del cielo, guardándote en tu delantal de tafetán de tonos inmaculados bordado por el sol, que con sus primeras luces solo a Ti te busca y te ilumina, un pintalabios de canela para seguir apareciendo guapa a la hora de acoger a los que afligidos ante Ti Madre llegamos… Bendito sea ese delantal de Concepción Inmaculado.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Cuando Dios llega

Una escala de sueños sostenida por la ternura del aliento de Dios. Tu mano, Cristo, nube desnuda que parece llevarse todo el sol que nos une, y, sin rozarlo, hacerlo llover después sobre estos corazones dolidos que van por los senderos, deslumbrados de Ti, para caer en ese hueco tuyo que edifica la noche de los cielos. Un brillo oscuro en que el común origen pone cerco y designio a nuestras vidas.
Tú eres aquí meridiana faz de Pena…humilde y alta cual ninguna… Sobran, pues, las palabras. Mirarte solamente. Miradlo fijamente, interioricemos el silencio de sus pisadas… a solas con mi Dios nocturno…en el tranquilo reino, en el fondo del alma. Silencio puro. Mi Señor camina hacia su muerte…
Una calle de lirios para las calles de su Real Villa… Silencio puro, íntimo, sincero. Silencio para reconciliarnos con nosotros mismos. Solo Dios puede, de la materia, hacer brotar el espíritu. Creamos eternidad en cada una de nuestras imágenes. Este es el poder maravilloso que Dios concede a nuestra ciudad. Y está en nuestras manos. Ciudad Real transformando nuestro pobre tronco humano en imagen de lo divino. Vuela entonces el ala de un Ángel sobre la niebla de nuestra mediocridad. Nuestro corazón tiembla de sobresalto. Un hombre que aún es joven se va muriendo arrastrando una cruz por nuestras calles. Martes Santo. ¡Cuánta Pena en su rostro! Simón de Cirene le acompaña.
Y llueven sangre nuestros cirios oscuros de amigos con capirote enlutado, Semana Santa de la ciudad arrepentida, lágrimas de temor por la ciudad alegre y confiada que cierra el puño vergonzante y tapa sus oídos al clamor de los pobres.
Perdónanos Señor de las Penas, imagen de nuestro corazón, que cuando estas en la calle, cuando apareces ante este pueblo mío, al que amo y Tú amas, uno comprende y siente el gozo mismo de la eternidad. Porque Tú has querido que sea aquí, en esta ciudad, al amparo de esta cofradía, donde cada uno de nosotros haga el milagro de crear tu rostro divino a imagen y semejanza de la gloria que soñamos.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Su continua presencia


Y es que, los que creemos, en Adviento aguardamos esperanzados… en Navidad proclamamos la llegada del mejor de los nacidos… en Cuaresma, llamados a la conversión, nos postramos ante su altar… y en Semana Santa… en Semana Santa nos emocionamos con solo percibir la fragancia que nos llega desde cualquier templo de la ciudad… nos estremecemos ante el rumor de penitencias, que en forma de cadenas se arrastran y cumplen promesas… nos conmovemos ante una vuelta perfecta, palio repleto de soledades a los sones de marchas rancias, conjunción perfecta… nos apenamos porque Jesús siempre muere, cada Viernes Santo, camino de su Catedral esperando una piedad que nunca le entregamos … nos apasionamos con el rachear de un compás que nos lleva a la gloria, bendita forma de rezar… nos embriagamos del olor a santidad que inunda la escena, un manojo de paños de pureza, frescas flores de azahar, rezando, portezuelas abiertas de par en par a una plaza repleta de la gracia de una Madre, perchelera, no digo más… palpitamos como un solo corazón, penando por no ser cireneo que lleve su pesada cruz, camino del convento que lo recibe en soñada clausura que se resiste a abandonar… en definitiva, sentimos, tocamos, respiramos, aspiramos hasta lo más hondo de nuestro ser las creencias que durante todo un año flotan en nuestro aire, en nuestro ambiente… nos alimentamos con la raíces que desde tiempos inmemoriales nos demuestran que Dios existe y que cada año por primavera se pasea por nuestras calles acompañado de su Madre.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Adviento 2014

La hermandad de las Penas edita con ocasión del tiempo de "la venida" su primera hoja informativa titulada "El muñidor". Su edición sera bimensual y se podrá leer y descargar a través de la red. Esta hoja no pretende sino ser un medio más para que todos los hermanos y cofrades estén informados de primera mano y en tiempo de todo aquello que la hermandad organice y participe. En la columna de la derecha y pinchando en la foto del Señor de las Penas podéis acceder a su contenido. Esperamos sea del agrado de todos.

lunes, 24 de noviembre de 2014

El dolor del luto...

En aquel lugar… por Santiago, en su templo, donde Jesús Sacramentado habita custodiado por la que ahora nos recibe con delantal negro de luto, siete dagas de dolor eterno  traspasan los ribetes de su cara  nacarada… entre tanto, sus hijos - simples servidores de este drama de sombras-, sin más, nos entrelazamos las manos ante Ella… y, guardamos un orante silencio que nos reconforta el alma.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Ampáranos...

Amparados por la quietud del momento, envueltos por el sigilo del lugar… nos abandonamos a la atmósfera del instante, al hálito del suspiro, a la fragancia que todavía atesora la vida que puede presentirse si te miras en el brillo de sus ojos, en las marcas de las sogas en sus latidos, en las ya vislumbradas heridas donde los plegarias anhelan el momento de ser escuchadas.
Atesorar la paz de ese soplo en el tiempo… para cruzar de puntillas por el quicio del cielo y descubrir el refugio soñado en los pliegues de su túnica rasa. Silencio, quietud, es lo que la mayoría de nosotros convendría  que hiciéramos las más de las veces sin permitir que la recriminación pida la vez a la saña y al odio.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Fervores, Penas que traspasan la vida

Si te llegas hasta su refugio intimado y traspasas los resquicios de su callada y austera estancia para percibir esa eterna Pena que traspasa los hilvanes de su curtido y resignado gesto… abandona las angustias, los agobios, las urgencias por zanjar precipitadamente las vicisitudes, ilógica forma de vivir que nos transmite esa inusual vida que pasa frente a las puertas de su oratorio… despoja al tiempo de esas manecillas nerviosas que aceleran las vivencias, que alteran la quietud del momento, y… siente cómo en tu espíritu se acuna la gracia de percibir la señal de algo que pasará a formar parte de la película de tus fervores.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

La realidad de tu presencia

Íntimamente, en el alma de los momentos más sublimes brota sin duda un sentimiento, una emoción, el palpito cautivo en el ámbito propio de cada una de sus sombras, de cada uno de sus gestos únicos escondidos en el mismo instante, en la nostalgia y en la hora que habitamos ese sueño establecido en aquel día, en aquella tarde en que un instante determinado fue vivido con toda la intensidad posible.
Así, el alma invisible de la memoria tiene su espacio para cada cosa, para cada tiempo y para cada forma de existencia del espíritu de su perceptible presencia. Y es por eso que fluye en la estancia con su inmaculada estampa un aire como de recién estrenada primavera, un suave pero claro redoble de tambores del paraíso, una llama de metales que fulge con su hermoso lamento, clarines del alma, incendio de sonidos que reclaman la presencia de María entre nosotros.
Y no son de violines los crepúsculos, ni son voces celestes de salterio las que envuelven de música su ahora silenciosa antesala, tan solo un resonar de notas eternas, como un batir de angelicales alas, agua que mana del valle de sus mejillas, arrasadas de lágrimas que desembocan en amargura. Esa marcha de oros y de platas en blanquísima andadura, surtidor sonoro capaz de brotar a chorros de tu fuente de salud repleta. Música en el silencio del momento acompañando la fragancia solemne de la Virgen más bella, canon barroco para mecer entre varales.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Y Dios te puso en la Tierra...


Y en tus mejillas dibujó continentes de pureza,
y en tu cara el fulgor de las estrellas,
en tu boca las plegarias de tu pueblo
y la gracia bendita de tu tierra...

viernes, 31 de octubre de 2014

jueves, 30 de octubre de 2014

En la intimidad...

De un tiempo a este parte, ando inquieto por mis sentires. Son incontables las preguntas sobre el sentido de mis más entrañables devociones, y pocas las respuestas, tan pocas que no ceso de meditar, tan baladíes que no me dejan sosegar mis latidos. A estas horas, hoy por hoy, he esbozado en mis adentros y de mil maneras distintas esa imagen que serene mi ferviente sentir, y al presente lo único que me alivia es vagar por la ciudad al desplomarse el sol y anhelar como nuevo amanecer y faro el brillo de sus inundados fanales de lágrimas, al aliento de una pausada y aromada de su belleza, ráfaga de aire.
De esta guisa a Ella confío mis huellas y mis sendas mustias al amparo de un ocaso de pátinas amarillentas, con el convencimiento de que se ha tornado en el puntal de salvación al que amarro la soga de mis piedades desde hace algunos años ya, tantos como gotas de manantial resbalan por su afligida cara, teniendo siempre presente que me puede guiar donde Ella desee, estipule o disponga,  y, últimamente siempre me detiene, aunque solo sea un instante, ante su casa, su estancia repleta de ángeles. Una vez allí, voy al encuentro de la quietud de su augusta presencia, ante la cual solo se susurrar una humilde y callada plegaria, rozo sus dedos para percibir el calor de su sagrada piel, aferro con ansia el rumor de sus decires para continuar percibiendo su tristeza de lejos… Y al marcharme de aquel retazo de cielo, me echo al hombro el hatillo de mis más hondas devociones repleto de calma y tranquilidad, y hasta las importunas tribulaciones se alivian ante su imagen, rodeada siempre de un halo visible de querubines que guardan con amoroso celo nuestra fuente inagotable de Salud.
Sin duda no hay como estos momentos íntimos, solos Ella y yo, tú y Ella, para poder sentir su fuerza, su grandeza en toda su plenitud, y me sirve para darme cuenta de que está omnipresente en mi boca, y en mi boca es donde Ella continúa haciéndose presente. Es un modo personal, íntimo de buscarla, de requerir su auxilio, de tender mi mano para que pueda asirme a la ternura maternal de su brazo. ¿O es que alguno de nosotros no hemos rezado ante la belleza sagrada de una imagen, o no hemos puesto en manos de un perfil de la Madre de Dios cincelada en una medalla todas nuestros pesares y amargas duquelas? ¿Cuántos de los que aquí estamos no rogamos a cualquier conocido, amigo, vecino, que si transita, aunque solo sea próximo a donde este Ella pida por nosotros?… y es que muchas veces los ánimos nos abandonan para seguir teniendo algo de fe, de convicción, de esperanza. ¿Cuántos de nosotros no precisamos vislumbrar para creer, exigimos palpar para conmovernos, necesitamos percibir para entender?
Creo firmemente y sé que el auténtico Dios está en el centro de lo más íntimo de nuestras iglesias, resplandeciendo en el Sagrario y no en un grabado sobrepuesto en la cerámica que aguanta humedad en invierno y se ensancha al retornar el verano. Muchos desearán y me insinuarán que vaya a descubrir a Dios donde justamente ellos lo desconocen. Numerosos serán los que callen cuando les escriba que no preciso tenerlo delante para que se haga presencia viva en mí,… y es que profeso la fe en ese Dios que constantemente y cada vez que he ido a buscarlo me ha despejado y abierto de par en par los postigos de sus oídos sin ostentar una sola traba, sin clausurar ninguna puerta, sin fijarme ningún horario. Tal y como en tiempos difíciles me confiaba al crucifijo sin rostro que dormía sobre un cabecero de alcoba, oratorio íntimo, hogareño, de ya lejanos y añorados tiempos; como cuando no se encuentra el norte y bajo su mirada de Salud cautiva hacia la luz de la salvación te guía; o como cada noche hago cuando beso su estampa, Señora de la Salud, suplicando salud para los míos… Orar celadamente, ¿tú no lo has practicado tan solo una vez? Te sugiero que cada día musites oraciones con Ella, en la intimidad de la soledad.

lunes, 27 de octubre de 2014

El sentido de la túnica, la verdad del nazareno

Y cuando yo, cada año, cumpliendo el añejo y sentido rito, siento sobre mi cuerpo el tafetán púrpura de basto paño, vuelvo a encontrarme niño y escucho su aterciopelada, cansada y maternal voz diciéndome que esa dignidad nazarena, estirpe y sudario, me la da mi ciudad y por ende mi cofradía para devolverle la alegría a mi corazón, y para comprender que al vestirla dignamente me voy salvando de caer desangrado y roto. Porque ahí dentro, en la negrura de cada Martes del Señor, uno se encuentra con la verdad y todo lo que perdimos resucita. Que así es y así nos parece el milagro de la ciudad en cada primavera. Una fiesta inmensa del espíritu vivo de Dios que lleva dentro cada cofrade, cada ciudadrealeño. Vosotros y yo lo sabemos.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Momentos




Y en aquel momento, en lo más íntimo del sentimiento, celado y pulcro, recién salido del encuentro con los sentires de nuestras devociones únicas, llegamos a la conclusión de que preferimos, muchas veces, los momentos hondos, penetrantes, como vivencia más sosegada, placentera y pausada de todas nuestras cosas. Momentos son... esa mañana fresquita y refulgente, radiante, azul aun de invierno, que adivina como a lo lejos se aproxima la cruz con manguilla que precede a una imagen de María en rosario de dormidos albores. Son los días del preludio de la primavera. Momentos son, el memorial de intimidades susurradas en el encuentro del Domingo de Pasión, Ramos adelantados en las manos de una Madre de Misericordia plena y en los pies benditos de su Hijo Nazareno. Tarde de jardines verbales, de presentido y esperado Pregón, del nervio y la caricia, del pellizco y el aldabonazo. Momentos de, túnica colgada ya fuera del altillo, olor a esparto por las habitaciones, o el del encuentro con el amigo que trae su capirote nuevo ya forrado con el antifaz. Momentos… que se adelantan en el tiempo en la medida que uno sienta necesidad de vivir, palpar el futuro como algo actual, cuando aquel "todavía no" toma presencia de categoría vital que casi sustituye al "ya sí", con la diferencia de que no se te escapa.Todas estas disquisiciones se me ocurren en el propio momento. Pero que verdad es que nada hay como el momento real y verdadero. Nada como el momento mismo del encuentro, de la vivencia. Un instante que vale bien su brevedad: la saeta sorda de cualquier mirada perdida entre varales; el balanceo de un simpecado; la rotunda palabra de un friso de lirios; la voz seca y recia del capataz; la alargada sombra de una Cruz de Guía; la mirada de un nazareno; el ímpetu formidable de una levantá; del cansancio del penitente que llora la brevedad de su encuentro con Dios. Un intemporal viaje a la Gloria de los ojos de la Madre, en cualquier esquina, en cualquier momento, con el sonido de fondo de una marcha que suena celeste; de la sombra de Jesús Nazareno abrazando mi propia sombra, en el encuentro tan anhelado en un trecho embaldosado de su camino de la Cruz, por la Vía Dolorosa hacia el Gólgota ciudadrealeño.

 Porque hay un encuentro con Dios todo el año y como no, en Semana Santa. Un encuentro único, exclusivo, personal como el Amor de Dios a cada uno. Y este encuentro sí que no tiene víspera, ni momento, ni final, puede vivirse permanentemente, desde que descubrimos cada cual que el  Señor nos llama, nos está esperando, y aguarda nuestra respuesta.

martes, 21 de octubre de 2014

Al compás de la palabra

Y es que los pregones se hacen con el alma, con las entrañas, con el soplo de Dios a tus espaldas, y… en la soledad del atril se convierten en profunda oración a los cuatro vientos proclamada. Y eso, el pregonero lo sabe. Sabe del desierto en los folios y sabe de lo efímero de sus letras y de lo fugaz de sus palabras. No escribe para ir arropado como el que el que va en una bulla en la tarde de un Domingo Cautivo de sus manos... Yo, lo veo así, llámenme duro, o franco... Como quieran. Pero no se escribe para sentirte arropado. Se escribe para desnudar tu corazón, añejo de recuerdos, vivencias y fervores cofradieros heredados y para dejarse uno la piel por la causa. Por la fe. Por nuestras costumbres y nuestra idiosincrasia.

jueves, 16 de octubre de 2014

La exquisitez del Carmelo

Contados son los acontecimientos que se revisten de una amable sencillez, y pocos, muy pocos como el modesto ámbito que se matiza al entrar al Sacro Convento Carmelita. Hoy la luz plomiza tenía una cita con la historia para vestirse de parda estameña. El delicado parpadeo de las miradas enclaustradas tras la celosía de la dulce clausura  empiezan a arrullar los cantos que navegan en el aire añejo que envuelve al vetusto templo.
Y esa atmósfera cálida, que aferra fervores en los rincones del monasterio, se va dulcificando con las huellas de los siglos que viven dentro de los muros del balsámico retiro, clausura con olor a  otros tiempos. Bien se sabe que  el Carmen, sus convecinos, sus hogares, perduran al resguardo de la raigambre de un rancio convento y los vestigios esculpidos en las piedras de sus recovecos Teresianos, acentuados estos por las reminiscencias rociadas de tradiciones de incomparables y ya gastados tiempos.
Y… es que, si simple es el espacio que se esboza dentro de este sin par universo de ascetismo y oración callada, exageradamente más claro debería ser sentir esas señales que a menudo nos revela - eternamente a su modo -, esa Madre a la que malamente requerimos y muy raramente oramos,  pero que siempre está ahí.
La Madre, Doctora que alivia nuestras aflicciones en el Carmen, -la que resguarda los ensueños, nuestros sueños-, arrulla todos los días del año sus Penas, abrigando una imagen de gubias celestiales y relentes que azotan su destino,… y Ella es la única que puede intensificar el sendero de su Palabra.
Como se puede apreciar  existe todo un universo de simples e indescifrables contrastes, sin más… Diferencias al fin y al cabo. Y cuando las horas vuelen, los días corran y los meses se sucedan vestidos de desidias, volveremos la mirada sobre nuestros hombros y añoraremos ese ocaso melancólico de Octubre en el claustro del Carmen, en el que una Mujer menuda –sentada frente a una mesa gastada de amor, con sabor a pureza y oración-, suspiró por transmitirnos que su magnificencia se encierra en el cielo callado de sus manos ligadas al roce de una pluma y a la caricia suave de un papel por escribir; en la súplica tierna de una multitud que muchas veces camina dándole la espalda, y en una plaza con autentico pasado que hunde sus recuerdos hasta las mismas entrañas de una ciudad que de nada se apiada, y es que al llegar aquella tarde con las puertas del templo abiertas de par en par proclamando la luz y la grandeza del Carmelo, esa Mujer menuda dejo escapar más de una inmaculada lágrima al saberse transmisora de un legado de amor y oración como meta de nuestros sueños, como entrada al soñado reino de los cielos.

jueves, 9 de octubre de 2014

La grandeza de nuestras pasiones

Abrazando el embrujo de nuestras devociones como si fuera la divina cruz a la que con infinito poder se aferra para salvarnos, nuestra existencia acontece tan apresuradamente como el agua de la reguera en busca de su suerte final… mientras, removemos las láminas de nuestras más íntimas adoraciones, evocaciones en cuartillas de papel desgastado con las que levantar un templete con claras reminiscencias a protecciones rogadas y conferidas. He detenido mi recorrido sentimental ante la imagen de sus más rancios y venerados fervores, que es el trastero de mi pensamiento, y ahora, no sé resurgir de la negrura de los sollozos. No me hago a faltar a esa oración que roza tu talón desgastado de tanta fe, donde cincelaste los pasos de mi credo con las pisadas sobre tu calvario al andar. Ya no hiede al gélido de tu templo. Ni se oye el rezo quedo, sordo de tus hermanos mientras hermosean tu poderosa e inigualable presencia. Ni mis pasos retumban tan íntimo. Cuando me descubro ante el ejemplo de tu sufriente y resignada Cara, sólo puedo vislumbrar mi confesión, mi propósito de enmienda y mi penitencia… y, a que ocultarlo, mi Salud, y mi Amor, y mis Penas. Y mi Gran Poder, que eres Tú.
Te extraño tanto en la liturgia de la media luz... a solas, mientras, el frío y el albor que está por llegar sacuden las almas y despiertan nuestras más enraizadas y emotivas rogativas, me reconforta desenterrar que yo sin más, he alcanzado a soportar un ascua fugaz por el mismo trayecto por el que Tú fuiste llevando día a día todas mis suplicas y cansadas cruces. No me veo en el reflejo de mi oscuro espejo, no me alumbra la luz de tu escondida y sin par mirada, claridad en mi enlutada historia. Pero pronto una túnica de tafetán cárdeno en la plaza, volverá a perdonar mis pecados. Y me consolara en esta vida y en su muerte, dejando mi devoción a la intemperie.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Nuevo curso cofrade en la hermandad de Las Penas

El próximo viernes día 10 de octubre, festividad de Santo Tomas de Villanueva, la parroquia del mismo nombre que el santo que naciera allá por 1486 en el pueblo ciudadrealeño de Fuenllana, inicia un nuevo curso pastoral, para esta efemérides las hermandades con sede canónica en dicha parroquia están convocadas a la Eucaristía que se celebrara a las 19:00h.
De la misma forma la hermandad de Las Penas, al termino de las misa de las 19:00h del día siguiente, el sábado día 11 de octubre, procederá a la jura de cargos de la nueva junta de gobierno ante la imagen sagrada del señor de las Penas, a la quedan invitados todos los hermanos de esta hermandad.

martes, 7 de octubre de 2014

La gloria perchelera

Soñar con su presencia en la calle... yo sigo buscándola todos los días del año…para volver a musitar compases de ensueño... y es que cada vez estoy más convencido que el encontrarse con Ella cara a cara es soñar sin estar dormido. Por eso me gustó siempre, para recrear mis sentidos y hacer más dilatada su presencia, situarme en los lugares más amplios, para verla venir de lejos e ir adivinándola poco a poco. Para averiguar alguna vez de dónde viene y a dónde va. Si realmente es cierto que salió al filo del ocaso de un barrio auténtico de la ciudad o, tal y como yo pienso, abandona por unas horas ese lugar desconocido del que tan poco sabemos los mortales y el que tan sólo su nombre puede descubrírnoslo algún día...Y a verla pasar acudimos en una noche, la de su día, la de su Viernes, la noche de su barrio, la noche de sus Dolores, entre el ambiente único de una bulla única por las Terreras, donde entre pregones callejeros, marchas tarareadas, oleajes de cofrades y devotos y un bosque de miradas, que buscan cruzar con Ella una plegaria y que nos hacen ponernos de puntillas una y otra vez, la vemos al fin llegar... La sensibilidad de su gente puso música a ese momento. Y es que ese momento no se puede acompañar de otra manera.
Llega la Madre de los Dolores y nuestros sentidos quedan invadidos por un extraño eco musical de aromas y colores, de una sensación de gozo incontenido que nos hace reír, llorar y emocionarnos a un tiempo y ganas irreprimibles de salir de nuevo a su encuentro para volver a mirarte en Ella.
Llega nuestra Virgen rebosante de Dolores y la ciudad, como aquel niño soñador de nuestra infancia, queda convencida de haber visto andar por sus calles a la mismísima Madre de Dios... Puede alguien dudarlo, mira cuando el paso de la Dolorosa, encendido en la noche, se levanta al martillo y la inercia del tirón, agachando la llamitas de sus velas, produce un apagón instantáneo que Ella aprovecha para entreabrir un instante sus ojos eternamente escondidos...


domingo, 5 de octubre de 2014

Frente a tu casa

Es en ese justo suspiro del tiempo, ese en el que la gracia de Dios pellizca con suspiros de una devoción que nos  rebosa el horizonte de nuestra vida,  cuando Ella se recoge en sus aposentos, buscando resguardo en su oratorio sagrado, entre el vecino tañido de las campanas, el  frío del mirador tantas veces rezado de su ventana o el reposo de algunas palomas agotadas de cruzar la bóveda celeste de su mirada; camarín entre bocacalles que guardan plegarias vespertinas o zaguanes enquistados de la sentida verdad de sus hijos que la alaban; oratorio entre arrebatos de fervores o corazones ceñidos a la soledad. En ellos, que frente a tu camarín su fe derraman se puede leer la historia de nuestra ciudad, esa que se escribe con el agua que un día regó el vergel de tu Prado, la que se escribe con la sangre de los negados, con los besos que en tu mirador quedan salpicados, con los sueños de los impulsivos; en ellos se descifran nuestras tradiciones, nuestras leyendas, esas que trazaron nuestros mayores y los de estos, antepasados que forjaron una fe que les amparaba en sus mil batallas, esas que se quedaron a dormitar en los escudos de piedra en contra de los tiempos, esas que el tiempo modela con los años. En ellos se puede reconocer el arte, esa gallardía que el universo quisiera para sí cada vez que la melodía de tus campanillas desgarra en quejíos los envidias y recelos de la luna al asomarse y ver tu cara tan pura.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Imaginando

Constantemente he ansiado vislumbrar como seria este mismo día en el umbral del inicio de los años 70, hace 46 años ya. Nadie puede hacérmelo revivir ya; continuamente echo de menos el no haber tenido más confidencias con ella al calor de un brasero y resguardados por unas faldillas que cada invierno se estrenaban para vestir la añeja mesa camilla. Monólogos con recuerdos a barrio, a casa de portal alicatado, patio fresco abarrotado de macetas y corral de juegos infantiles donde se amontonaban bicicletas, balones, monopatines…memorias empapadas de un intenso efluvio a cariño y nostalgia por lo vivido, y en las que se dejaba presentir que cualquier tiempo pasado fue mejor, siempre a su celoso y cariñoso cuidado.
Se me antoja aquel día como una jornada en la que todo transcurría como era su costumbre, las primeras atenciones siempre para Ella, retengo en mi memoria como si fuera hoy una imagen de la Virgen del Carmen ocupando un lugar preferente sobre la “cómoda” de su dormitorio, oratorio domestico y diario de una ferviente y abnegada devota de María. Puedo imaginar hacia quienes irían dirigidas sus peticiones, siempre los demás en primer lugar y después si había tiempo ella. Mientras sus rodillas se despegaban de la particular y humilde capilla el olor a café recién molido, comprado semanalmente “en ca Barrenengoa” colmaba toda la casa, aun hoy el aroma al paso por su tienda que resiste a los tiempos me transporta a mi niñez, y con un vaso de cristal en una mano dándole de vez en cuando un sorbo, y una regadera de un descolorido y gastado ya plástico verde en la otra refrescaba los cientos de macetas que llenaban de alegría y color su precioso y cuidado patio, a estas alturas del día yo ya empezaba a acelerar su tranquilo y sosegado  pulso.
Aun así no tuvo prisa, ni mis repentinas impaciencias por venir a este valle de lágrimas le impidieron terminar sus diarias y ya medidas y acostumbradas  tareas, ya era el sexto alumbramiento al que se enfrentaba y como siempre solía decir: “que sea lo que Dios quiera”, y fue lo que Él quiso. Un último beso al Santo Escapulario del Carmen, su rosario, que aun conservo, entre las manos, un último vistazo comprobando que todo estaba dispuesto para su marcha y a las pocas horas… Y aquí estoy imaginando como seria aquel veinticinco de septiembre de 1968.
Nunca sabré si realmente fue así o de otra manera, lo único que puedo asegurar es que en el poco tiempo que me acuno  dejo envuelto mi corazón de amor, cariño, recuerdos y fervor. Me enseño que la vida es otra cosa diferente a lo que hoy veo… ayuda al vecino de al lado desterrando envidias y malos actos, respeto por el mayor, amor y querer de verdad, no por imposición, querer a la Virgen sea cual sea su advocación.
 Me enseñó, nos enseñó, que a Dios no se le ve: a Dios se le vive. Se le vive en cosas tan simples como puede ser montar con esmero el Belén el día de la Inmaculada, en cosas tan necesarias como agradecer a Dios la comida diaria.
Por eso hoy te siento junto a mí y reconozco tu voz y huelo tu olor de rosas. Percibo que me acarician tus delicadas manos, al igual que  cuando sólo era un chiquillo, colocándome el roquete, vistiéndome para el Carmen  de monaguillo. Te recuerdo como eras, pero ahora te echo en falta. Echo en falta tus caricias, echo de menos tus besos, echo en falta tu sonrisa y acurrucarme en tu pecho. Me falta tu compañía y me faltan tus consejos. Hoy te extraño especialmente, tu presencia madre hoy anhelo.

Cruz de nuestras miserias

Ciertamente, algún día caeremos en la cuenta de que Jesús, el de las Penas errante, va hilvanando nuestros anhelos y nuestros delirios, nuestras desesperanzas y nuestras esperanzas, nuestras repulsas y nuestras sorpresas a esa cruz que Él lleva sobre su hombro sin aguardar auxilio alguno ni pedir nada a cambio.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Tu presencia

Cuando lo que nos es prácticamente inalcanzable se tiene, se siente tan cerca, los sentidos se vuelven sueños y anhelos vestidos de realidades…el sueño de oír su voz, el anhelo de besar su mano, la realidad de embelesarse con su semblante. Y es tan honda su pena que nos duele, pero que dulce dolor. Cada amanecida la percibo en la distancia de su estancia sagrada y espero que esa huella que trasmite su presencia emocione mi alma, porque me da la vida, la salud y la esperanza.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Dolores escondidos en tus manos

Los aires de la veleta que remata la espadaña de Santiago cambian. Y se transfiguran presintiendo algo grande. Por eso el susurro del canto de las hermanas suena como algo grande, por eso esas oraciones que esculpen las delicadas gubias de sus voces se ven prendidas en nuestros corazones. Y sueñan las nubes con golondrinas. Y ese portón que se abre, para dar paso a un llanto sin pañuelo y a una  mirada que no quiere ver la presentida corona de espinas.
Y no se mancha ni la noche en el barrio más castizo de la ciudad, en ese barrio de Santiago al amparo de su Madre. Dolorosa de tu Santiago, esa que en la sequía es manantial, en la  tempestad, calma, en la agonía, paz, en la muerte, vida y qué hasta el corazón me hace alegrar.
Y hasta se muerde el cariño de su barrio en los hierros de sus forjados balcones. Y es merecedora de esos muchos besos guardados solo para Ella durante todo un año, desde nuestros labios, donde las súplicas cimbrean por esa grandeza y por esa verdad que tiene nuestra Madre de Santiago, la de la mirada escondida y bello rostro nacarado.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Dulce Reina, de los estudiantes patrona.

Dulce el perfume del aire que vuela sobre tu paso, dulce la gloria infinita en el hueco de tus manos.
Dulce el trasiego de amor de tu gente nazarena, dulce se vuelve mi alma si me miras Madre Dulce y buena. Dulce el palio que te arropa cobijando tu figura, dulce la luz de tus velas para mostrar tu hermosura. Dulce el aroma que flota para bañar tu belleza, dulce el pañuelo que un día acariciara una Estrella. Dulces lágrimas que surcan tu cara de caramelo, dulce el encaje que roza la bendición de tu pelo. Dulce tu forma de andar como Reina que ronea, dulce tu candelería y hasta tus flores de cera.
Dulce tu plata que brilla dejando oscura a la luna, dulces bordados de seda para la rosa más pura.
Dulce mirada de Madre que destila dulce amor, dulce el dolor de tu pecho cuando sufre su perdón.
Dulce el reflejo de un hijo que a sus pupilas se asoma, dulce saya que le ciñe un fajín pa la Señora.
Dulzura que todo alcanza Dulzura, dulzura que es un misterio y Santiago no quisiera despertar del bello sueño. ¿De dónde tanta dulzura? Pregunta mi corazón, y mi Madre buena sabe que sale de su corazón. Del Dulce Nombre, Santa María, dulzura pura, carita de ensoñación.