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martes, 26 de noviembre de 2013

Lo realmente importante...

Desde la más pura humildad y con la extrema ignorancia que poseo  en cuestiones con este trasfondo…creo adivinar un cierto avergonzamiento de nuestra condición de cofrades, pero sobre todo de nuestro sentir como cristianos. Los hechos que diariamente saltan a la luz en referencia a nuestro mancillado mundo de la Semana Santa no hacen sino alimentar un caldo de cultivo que da razones más que sobradas para que todo aquel que nada tiene que ver con él, aproveche para lanzar su crítica, sin detenerse a valorar a ese porcentaje que realmente ama y siente pasión de verdad por esto. Pero hay algo que es más grave aún, los que se jactan de un ateísmo que ni a ellos mismos los convence, ven en esto otra fisura más en esta casa fuerte que debe ser la Iglesia, y aprovechan para propugnar un mal llamado estado laico –ignorantes-.
Creo que estamos confundiendo, una vez más, y ya van desgraciadamente muchas, el fondo de todo lo que significa ser cofrade, ser hermandad, ser hermanos, con las formas, y no solo por hechos como los que llevan acaeciendo desde el pasado mes de junio, sino por toda una trayectoria que dura ya varios años, en la que se da más importancia al solo de corneta que a la oración callada de una cofradía en silencio, se persevera en sacar un paso a costal y se dejan a la improvisación los cultos al titular, se ponen en la calle cuerpos de acólitos en los que en el mejor de los casos algunos de sus integrantes recitan el Padre Nuestro como soniquete obligado… Hemos dejado de lado lo importante, convirtiendo en dioses de barro nuestras devociones, nuestras imágenes, nuestras propias vidas.
Creo que no somos conscientes del daño que estamos haciendo a nuestro querido y apasionante mundo, creo que damos demasiada importancia a comentarios injuriosos escondidos bajo la más ruin de las cobardías, tachadura tras tachadura soportando ultrajes, agravios y menosprecios de quien no tiene otra cosa que hacer que meterse en la casa del vecino, en lugar de arreglar la suya.
Mirémonos, hagamos autocrí
tica interior, de puertas hacia adentro, y arreglemos lo realmente importante: casas de hermandad vacías, cultos anclados en el pasado, inexistentes o en la mayoría de los casos indignos de una imagen sagrada, nula asistencia de hermanos a estos, actitudes escasamente cristianas en las alturas dirigentes, escasa o nula formación, caridad reducida a cheques traicioneros, cofradías sometiendo a hermandades… Dónde las sonrisas… Dónde el buen esfuerzo… Dónde la felicidad… Dispénsenme si digo que me avergüenzo…pero el día que coloquemos a nuestras imágenes y a nuestras creencias por encima de todo lo demás… Ese día… Quizá hayamos descubierto lo realmente importante.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Una Salud que cautiva

El destino, esa mano caprichosa que sólo Tú sabes apretar cuando todo se siente perdido, quiso que tal día como hoy de hace ya tres fascinantes años, fuera el fulgor de tus radiantes facciones las que cobijaran mis huellas y dieran refugio -por unas horas-,  a una melancolía cansada de desahogarse bajo fríos y solitarios crepúsculos.
Recuerdo que sin decirme nada, Tu mirada lo llenó todo; y no puedo olvidar que fue al entrar en tu templo donde soñé con tu perfil por primera vez, abordándote a preguntas, pidiéndote mil respuestas, rescatando de los bolsillos cientos de porqués,…
Pero ese día Tú no tenías ganas de hablar, había mucha gente pendiente solo de Ti, extasiados ante tu sin par belleza.
Regresaba cada cierto tiempo a besar la mano donde mis lamentaciones se hundían, y te miraba casi sin querer, pero seguías guardando silencio.
Desandaba el camino de nuestros encuentros para que el aire que da vida a mis pulmones también se enamorase de Ti, pero te habías quedado muda.
Tuve la suerte de hablarte cara cara a través de mi objetivo, y poder zarandear tu pena y que ésta se confundiera con la mía, pero Ella sólo acertó a pedirme que tuviera paciencia.
La paciencia sabe, mejor que nadie, cómo resoplan mis pulsos cuando me siento en alguno de tus bancos y dejo que el tic-tac del reloj vaya haciendo de las suyas.
La paciencia conoce, mejor que nadie, a qué saben mis sueños, mis arrullos, mis intentos por pedirte una oportunidad para estar cerquita de Ti.
Y la paciencia descifra, mejor que nadie, los jeroglíficos que se pierden por entre las yemas de mis dedos cuando tus quimeras aparecen al caer la tarde.
Fue en el último giro de cabeza cuando sentí el abrazo de tus palabras, la caricia de tu piel, las cenizas de tu aroma impregnarse sobre mi ropa,…
Y en tan solo unos segundos, la vida se detuvo y tuvimos paciencia para contarnos de todo.
Mereció la pena esperar tanto tiempo para escuchar el eco de tus pisadas, para saber de Ti tanto como se de mí, para tenerte en la distancia y extrañarte en la cercanía; para rogarte, suplicarte, rezarte por los míos y sobre todo,… Por darme la oportunidad durante estos tres benditos años de poner santo rostro a la Salud y ver en tu divina cara el reflejo de los que me faltan y que siempre, siempre estarán ahí... en tu mirada... en el bordado de tu saya dorada... en las hojas de esa rama de olivo que en tu mano mimas y guardas...porque desde siempre has sido Señora, la Salud de mi vida, la fortaleza en mi camino y la vitalidad en mi día a día. Eterna Salud de una ciudad por Ti cautivada.

martes, 19 de noviembre de 2013

Maria en su dolor

... Unos inmensos ojos arrasados inundando de lagrimas este valle de Dolores... y un cromatismo regio de la regia hora en que nos viene de frente y por derecho con aromas que acarician la brisa de una plaza, el hálito de un barrio, el aliento de un oratorio...
Valle de lagrimas que gotea en el alma de quien la contempla, inundada en Dolor, solo ojos para su llanto solo luz para sus tinieblas de Dolor, solo pena para su corazón encogido. Ojos inmensos en la inmensidad de su Dolor. Dolor abierto al surco de la Cruz, desaforado y tenue; tenue, si, que el suspiro se le escapa en medio de la congoja, como un lamento que es plegaria... ¡Hijo Mio!
Y mientras resuena el eco de Amarguras, Maria se deshace en un valle de dolor y desconsuelo, Ella, la Señora, la Pura y Limpia Madre de Dios...

domingo, 17 de noviembre de 2013

Cerca de Ti...Señor

... Lirio callado y envuelto en mil silencios para ir escuchando la pisada suave de Quien lleva queriendo la Cruz...
Separa levemente la mano de la cruz, creando ese espacio infinito y mínimo que existe entre Dios y el hombre. Es el misterio del acercamiento de todo un Dios. El es todo Hombre Nuevo; el es Jesús Nazareno.
Sus manos acarician el madero como un arpa, con la que crear un himno de alabanza al Amor de Dios, Dios Redentor. es el Señor Nazareno.
Camina dulcemente, paso a paso, porque es Dios que lleno de paz, va a morir por Amor. Y siendo por Amor ¿No lo va a hacer en paz? es el Señor, sin mas.
Señor, bendita sea tu cruz, tu forma de llevarla, tu pisada y tus manos. Señor, bendita sea tu dulce y mansa mirada.
Y vestirán tus servidores cárdenas casacas, San Pedro ha ido vistiendo durante la gloriosa jornada la ilusión de sus mejores colores: dorado en la lejanía, blanco en el mediodía exultante de luz, morado con el atardecer en las aceras y calles que se van llenando, piedra a tu salida, tierra en la despedida, cielo siempre... Que tantos colores no vi nunca en las mejillas de una parroquia y su portada.
La caída de la tarde en el recuerdo conducen de nuevo a tu oratorio amparado por la Madre que Misericordia nos derrama entre su regia cancela.
Presagio del final de una madrugada, densa, larga, negra, ascua y sombra en la ciudad, calmando con Gracia y Esperanza las angustias de filas de terciopelo purpúreo penitente.
Y en el llanto de la anochecida del Jueves Santo, vestirá la mantilla de la neblina agria de su dolor intuido, Viernes Santo Nazareno.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

La imagen de la Salud

Una ciudad que busca así la Imagen de su propia visión del mundo. Ciudad Real intentando encontrarse así, en medio de la calle, con la grandeza material y espiritual de la vida. Una ciudad inventando así un universo donde instalar el Rostro de la Salud, de la vida hecho a la medida de nuestra forma de sentir, la imagen de la Madre a semejanza nuestra. Ciudad Real, entre la plegaria que huye como columna de aire, y el acontecimiento poético que provocan, paso a paso, día a día, miles  de pares de ojos asombrados por descargas de gracia y pasmos como los de esta maravilla.
Entonces se ilumina de verdad esa emoción sin nombre escondida en cada cofrade, en cada ciudadano, y el espacio y el tiempo se llenan de signos, de señales, de mensajes, y no existe el vacío, y por el umbral de una escondida puerta a la espalda de una iglesia, apenas entrevista esa fuente de Salud, uno comprende para siempre la dimensión mas honda de la parábola estelar de la ciudad.
Su cofradía impone así, sin lógica posible, ese ritual de fiesta inolvidable que es la liturgia de la fe en la Madre del Hijo de Dios vivo, Madre del hombre, Madre de la ciudad, Madre de la Salud, entregada a su pueblo.

lunes, 11 de noviembre de 2013

El cofre de nuestras plegarias

Benditas sean  esas tus manos, de suplicas y rezos  cuajadas, en las que guardas un pintalabios canela para seguir estando guapa a la hora de acoger a los que desconsolados ante Ti llegan.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Razón de amor

Y detrás, paciente, esperando, callando, la Madre, la Mujer, Maria junto a la cruz, junto al sufrimiento, como una presencia que el cofrade no puede eludir, que necesita rodear de aromas, de música y de luz, para que no esté sola.
Permitidme que materialice aquí este sentimiento, razón poética de nuestra estética trascendental, y, en esta procesión que va por dentro, ponga paso de palio a mis palabras con versos que amarillean ya la emoción del tiempo y los seres que perdimos. Porque el dolor y el amor son ahora, en medio de la noche, Caridad y gracia.

Bajo la cruz, indiferencia y orden
y ciudades que estrenan su pecado diario.
Arriba, Virgen libre, tu Cruz, mi cruz,
ascua de esperanza, Caridad y Estrella que nos guía a la verdad.

Que así, sin nombrarlo, nuestros ritos, nuestros sentimientos, se hacen de algún modo fiesta. El gozo de presagiarnos ya, en medio de la calle, con la imagen radiante de Dios en primavera.